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    Una Fundación entrena y da trabajo
    a jóvenes de bajos recursos

    Actualmente es difícil conseguir el primer trabajo en blanco y es mucho más difícil para aquellos que tienen bajos recursos para capacitarse y luego buscar empleo. Para ello, la Fundación Forge, trabaja con 400 empresas de todo el país, que con un entrenamiento previo les posibilita a los chicos conseguir ese primer trabajo.

    Fundacion capacitaYa son varios los jóvenes que, gracias a la fundación, han sido entrenados para el mundo laboral, obtuvieron su primer empleo y los impulsó a seguir capacitándose para progresar y vislumbrar un futuro mejor.

    Algunos de los jóvenes que ya están trabajando en importantes empresas, comentan de su pasado en el que vivían de changas o trabajos informales que apenas les permitían cubrir los gastos básicos: comida, ropa, servicios y los útiles de la escuela.

    En nuestro país hay 4.930.000 jóvenes de entre 18 y 24 años. De ese total, 747.141 tienen un empleo registrado. Sin embargo, solo el 6% de esas oportunidades laborales de calidad llegan a los jóvenes de hogares muy pobres (el 25% con menos ingresos del país), según un análisis del Observatorio de la Deuda Social de la UCA hecho en base a la Encuesta Permanente de Hogares del Indec del segundo semestre de 2024.

    Rodrigo Kon, director ejecutivo de Forge, explica: “Existe un desacople entre lo que estos jóvenes esperan del trabajo y lo que el mundo del trabajo espera de ellos”. En 2024, trabajaron en la organización 25.000 jóvenes, mediante programas en escuelas y un curso intensivo de un año por el que pasaron 1170. De ellos, el 64% logró una inserción laboral.

    Mientras que esos jóvenes suelen crecer sin referentes cercanos que pertenezcan al mundo del trabajo formal, dice Kon, a los reclutadores de las empresas les cuesta ver riqueza en el potencial de esos jóvenes. “A veces, de manera casi inconsciente, esperan que el candidato sea parecido a ellos”, grafica.

    Desde hace 20 años, Forge trabaja para generar puentes entre ambos mundos. Junto a AMIA, Pescar, Empujar, Reciduca y Bis Blick integra un ecosistema de organizaciones que son clave para que el futuro de los jóvenes más vulnerables sea de la mano de un empleo en blanco, un factor determinante para el progreso social.

    Contar con un ingreso estable, previsible y con beneficios sociales reduce en un 85% las chances de pasar hambre o ser indigente. También se achica en un 60% la posibilidad de ser pobre y en un 51% el riesgo de vivir en una casa precaria e insegura, según el Observatorio de la Deuda Social con información de la Encuesta de la Deuda Social Argentina de 2024.

    Esta mejora en términos económicos derrama también en aspectos físicos, sociales, emocionales y psicológicos. Un empleo en blanco reduce un 47% la posibilidad de no tener amigos y baja en un 66% las chances de sentir malestar psicológico, como ansiedad o depresión, y en un 56% las de sentirse infeliz. Mientras que el riesgo de tener problemas de salud o enfermedades crónicas desciende un 30% y la posibilidad de no tener proyectos personales se achica un 37%.

    Para lograr que estos jóvenes tengan las habilidades que requieren las empresas, esas que no siempre enseñan las escuelas, estas organizaciones promueven capacitaciones tanto en habilidades técnicas como socioemocionales. También los conectan con el mundo del trabajo. A veces, difunden búsquedas laborales; otras, ofrecen candidatos para puestos específicos.

    Según datos de la UCA, los jóvenes de sectores vulnerables con secundario completo tienen cinco veces menos chances de acceder a un trabajo de calidad comparados con jóvenes de segmentos socioeconómicos más altos.

    Las barreras que los alejan de esa posibilidad son tanto reales como simbólicas. Sobre ellos no solo pesan las carencias propias de haber crecido en entornos marcados por la informalidad sino también ciertos prejuicios que pesan sobre quienes viven en situación de pobreza.

    Una consulta realizada a 35 empresas que emplearon a jóvenes egresados de sus programas, respondieron de manera anónima y entre otros aspectos relevados, directivos o jefes del área de recursos humanos trazaron las principales razones por las cuales consideran que el mundo corporativo no suele emplear a jóvenes vulnerables.

    Entre los prejuicios identificados en las respuestas, mencionaron el “temor a que ingresen malos hábitos” a la compañía, la idea de que pueden tener incorporado una supuesta “falta de cultura de trabajo” como consecuencia de sus historias familiares, y hasta la preocupación por la seguridad en la empresa, “asociando a que pueden ser personas delictivas”.

    También hay quienes hicieron foco en el temor a la falta de compromiso por parte de estos jóvenes, en el desconocimiento que pueden tener sobre lo que implica una cultura corporativa y en el temor a mayores costos de contratación, entre otros aspectos.

    La composición de las empresas consultadas es diversa, tanto en el tamaño de las empresas como en los sectores a los que pertenecen: servicios, tecnología, logística, salud, financieras, retailers y gastronomía, entre otros.

    Todas las compañías tienen en común haber incorporado a jóvenes de bajos recursos egresados de las capacitaciones de Forge. Al ser consultadas por esa experiencia, el 77,1% de ellas opinó que los jóvenes que habían llegado de la mano de la fundación eran más responsables, más proactivos y abiertos al trabajo en equipo y la innovación que los empleados que habían llegado de otra manera. Es decir, si bien reconocieron que en el mercado existen muchos prejuicios, hicieron una valoración muy positiva del desempeño de estos jóvenes.

    Los directivos consultados mencionaron algunas estrategias implementadas para facilitar la incorporación de estos jóvenes dentro de la empresa. Desde flexibilizar los requisitos de ingreso y ajustar el proceso de selección hasta asignarles tutorías internas y cargarles la SUBE durante el primer mes.

    “El desafío es garantizar equidad sin relegar lo que necesita la empresa”, opina una directiva de recursos humanos de una de las empresas consultadas. “Si aplicás el paradigma de ‘los mismos requisitos para todos’, terminás siendo injusta con estos jóvenes, que están arrancando de más atrás”, sostiene. Para ella, es clave que los procesos de selección basados en la equidad garanticen un proceso en donde cada persona pueda mostrar lo mejor de sí misma. “Eso requiere, en algunos casos, que ajustes el proceso de selección. No podés exigirles las mismas habilidades que al resto”, dice.

    Los programas de capacitación de Forge ponen énfasis en entrenar las habilidades que son fundamentales a la hora de interactuar con otros y trabajar en equipo. Concretamente, trabajan el manejo de la presión, para que logren asumir responsabilidades con éxito; buscan que puedan superar la introversión, producto de la falta de autoestima y de confianza que suelen tener a los inicios de una experiencia laboral; y también apuntan a que se adapten en forma adecuada al contexto laboral.

    Otra variable considerada clave es la flexibilidad. “Son chicos que no vieron a sus padres trabajar en un ámbito corporativo. Todo lo contrario, sus adultos de referencia alternaron en diferentes trabajos informales, por lo que ellos crecieron con otra idea acerca de lo que significa el trabajo”, dice Kon, quien explica que, justamente por eso, la contención y el acompañamiento son fundamentales durante el proceso de entrenamiento.


    Susana Espósito - 7396 caracteres – Viernes 04/07/25 - Fuente consultada: La Nación