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    Desde 01/01/2016




    Cómo funciona el Centro de Inclusión Social "Julieta Lanteri"

    En los últimos meses se puede apreciar que hay una gran cantidad de personas en situación de calle y algunas de ellas, padecen problemas de salud mental, que deben ser atendidos.

    Centro Julieta LanteriSegún los últimos datos, en CABA hay 4049 personas en situación de calle y la idea es abordar la problemática, no solo porque se están viviendo los primeros fríos intensos, tipicos del invierno y que ponen en riesgo sus vidas, sino porque es necesario mejorar la reinserción social posible de esas personas que son extremadamente vulnerables.

    Ante esta situación que viene de larga data y empeoró, en mayo del año pasado, el Gobierno porteño inauguró el Centro de Inclusión Social (CIS) Julieta Lanteri, el primero en enfocarse exclusivamente en varones en situación de calle con trastornos psiquiátricos, donde ya muchos comenzaron su tratamiento y lograron convencerlos para vivir en los paradores que les ofrece el gobierno de la Ciudad, además de comenzar a estudiar y otros a trabajar.

    Para alcanzar estos logros, se cuenta con un psicólogo social, Pablo Carrillo, que coordina el equipo terapéutico del parador. “Lo que buscamos es la mejor reinserción social posible para cada uno de los residentes, teniendo en cuenta que todos están atravesados por patologías psiquiátricas”, explica.

    En noviembre del año pasado el Gobierno porteño había contabilizado 4049 personas en situación de calle: 2813 estaban alojados en paradores y 1236 estaban en la calle en forma permanente. Ese dato significó un aumento del 23% en relación al registro de noviembre de 2023.

    Se trata de una población fuertemente masculinizada: los varones representaron el 73% de la última muestra. También, como sostienen tanto desde el Gobierno porteño como desde las diferentes organizaciones sociales que asisten a estas personas, los trastornos de la salud mental así como los consumos problemáticos están muy presentes.

    El CIS Julieta Lanteri es una de las estrategias estatales para acercarse a esta población, que suele ser reacia a alojarse en paradores. En ese sentido, este centro resume un cambio sustancial en la política de paradores de la gestión actual: pasar de los espacios multitudinarios, segmentados apenas por género, a lugares más pequeños y enfocados por temáticas (familias, personas con problemas de salud mental, personas con consumos problemáticos), para que el abordaje sea más enfocado también y, por ende, tenga mayores chances de éxito.

    Este parador está ubicado en el barrio de Barracas, a pocas cuadras de la estación Constitución. Es una amplia casona de techos altos, con personal de seguridad privada en la puerta. Las más de 10 habitaciones que posee convergen en un pasillo y las puertas vidriadas permiten ver que la distribución en cada una de ellas oscila entre tres y cuatro camas. El espacio cuenta con 32 vacantes de las cuales 30 se encuentran ocupadas.

    “Si bien todavía contamos con espacios grandes, sabemos que los de menor tamaño facilitan la convivencia y también el trabajo de los equipos que los conducen. Es muy difícil seguir cada caso cuando albergás a 100 personas en un mismo lugar”, explica Gabriel Mraida, ministro de Desarrollo Humano y Hábitat, organismo responsable de la red de 47 centros de inclusión social para personas en situación de calle. Hay espacios gestionados directamente por el organismo, otros gestionados por ONG y otros de gestión conjunta.

    El Julieta Lanteri es un claro ejemplo. En el equipo a cargo de la gestión confluye tanto personal que depende del Gobierno porteño como miembros de la Fundación Camino de Vida, que trabaja sobre patologías de salud mental con fuerte foco en los consumos problemáticos.

    Desde el Gobierno porteño informan que este espacio es el primero en su tipo en toda América Latina. “No solo cuenta con un equipo especializado en abordar los padecimientos mentales de las personas en situación de calle sino que dispone de un espacio acorde para sostener el tratamiento”, explica Débora La Boccetta, coordinadora tanto del espacio como del área de Situación de Calle y Salud Mental del ministerio.

    Son tres los caminos posibles que llevan a este parador. En algunos casos, los residentes fueron derivados desde otro parador de varones porque se encuentran atravesando algún padecimiento de salud mental y necesitan un seguimiento pormenorizado. En otros, llegan después de pasar un tiempo hospitalizados, con indicación de continuar un tratamiento psiquiátrico ambulatorio y, al estar en situación de calle, no tienen manera de sostenerlo.

    “También puede pasar que los encontremos en situación de calle con claros indicios de una patología. En ese caso, le damos intervención al hospital de la zona y de ahí, si se confirma el cuadro, son derivados a este lugar”.

    En todos los casos, aseguran los referentes del espacio, la permanencia es voluntaria. “Hemos tenido casos de personas que prefirieron no hacer el tratamiento y volver a la calle, pero por suerte la proporción es mínima”, dice Carrillo, quien agrega que, desde su inauguración, ya pasaron unas 90 personas por el parador.

    El lugar se ve limpio y ordenado. Los mismos residentes están a cargo de la limpieza de las habitaciones y del lugar. “Los martes y los viernes son los días de limpieza”, suma Carrillo.

    Es la hora de la siesta y algunos residentes duermen. El resto se congrega en los dos espacios de usos múltiples que cuentan, cada uno, con un televisor. Mientras que en uno se suceden videos de cantantes latinos, el otro pasa una película. La convivencia entre todos parece darse en armonía. “Se sostienen entre ellos mismos. Si ven que alguno está mal, vienen y te avisan”, cuenta La Boccetta.

    La cocina es blanca y está iluminada por la luz que llega de una ventana que da al jardín. Desde allí se organizan las cuatro comidas. El almuerzo y la cena llegan en viandas preparadas.

    El jardín es amplio y está bien cuidado. “Cuando el clima lo permite, realizamos actividades acá”, explica Pablo Carrillo.

    Desde hace dos semanas, la Fundación Camino de Vida gestiona otro CIS igual de necesario que el Julieta Lanteri. Está ubicado en el barrio de Monserrat y hace foco en varones con consumos problemáticos que están alojados en otros paradores. Tiene 40 vacantes.

    “Para llegar a este lugar es clave tener ganas de iniciar un proceso de recuperación. Nuestro lema es que se puede salir adelante”, dice Mariano Serantes, director de la Fundación.


    Susana Espósito - 6427 caracteres – Viernes 18/07/25