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Buenos Aires, Domingo 29 de Junio de 2025
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Aniversario del fallecimiento de la escultora Lola Mora
El sábado 7 de junio se cumplieron 89 años del fallecimiento de la escultora, Lola Mora. Una destacada escultora argentina y una feminista, en tiempos en que no muchas se atrevieron a serlo.
Lola Mora. Nació en territorio del Obispado de Tucumán, hoy Salta en 1866. Fue ahijada de Nicolás Avellaneda (presidente de la Nación desde 1874 a 1880) y protegida de Roca (presidente de la Nación desde 1880 a 1886), con quien tuvo un prolongado romance.
Fue la primera escultora argentina y sudamericana, muy discutida por ser considerada demasiado transgresora para aquella época. La desnudez de sus obras provocaban todo tipo de comentarios. Conoció el amor, la traición, disfrutó una breve gloria, también el fracaso y en el ocaso de su vida, casi en la pobreza, murió acompañada por sus sobrinas.
Esta es parte de la historia de la escultora que logró ser reconocida, solo después de su muerte:
La Fuente de las Nereidas es una de sus obras más bellas. Algunas señoras, respaldadas por ciertos frailes sombríos, pusieron el grito en el cielo al saber que el Intendente Bullrich aprobaba la obra. ¡Cómo iban a colocar una fuente con cuerpos desnudos en la plaza principal de la ciudad y a pocos metros de la Catedral! Finalmente, la fuente se inauguró el 21 de mayo de 1903, pero en Alem (Paseo de Julio) y Perón (Cangallo). Sin embargo, la presión de las ligas moralistas obligaron a su traslado, en 1918, a un lugar más alejado. El sitio elegido fue la Costanera Sur, que en aquel momento se estaba urbanizando y allí es donde podemos verla.
Tiempo después le encargaron a la escultora unas obras que adornarían el Congreso (la libertad, el progreso, la paz y la justicia) y para que pudiese trabajar con comodidad, Roca le dio un taller de lujo en el palacio de congreso que todavía se estaba construyendo y un día en que estaba trabajando, un joven empleado del congreso comenzó a visitarla, diciendo que le interesaba su obra y que quería aprender. Era Luis Sabá Hernández, sobrino nieto del autor del Martín Fierro, con quien Lola comenzó una relación. Ella tenía 40 años y él 20, por lo cual, ante una sociedad pacata que criticaría terriblemente esa situación, para poder casarse, ella se quitó diez años y él se aumentó cinco.
La pareja se fue a vivir a Roma y él, aunque había estudiado Derecho, demostró grandes cualidades para el deporte de vagar, mientras Lola trabajaba en su taller. Todas las noches iba a partidas de póker y volvía a la madrugada. Lola casi no lo veía.
Cierto día, Luis espió a una joven rusa, que posaba desnuda para que Lola la esculpiera y logró tener encuentros a escondidas con la muchacha, hasta que el día del cumpleaños 46, como su marido lo había olvidado, Lola pensó que iba a pasarlo sola, pero un amigo, vino a buscarla y la llevó a la confitería El Greco, donde le había organizado un festejo con amigos, pero… al ingresar, Lola vio en uno de sus salones a Luis, sentado con Marushka. Ellos también la vieron, se levantaron para retirarse, pero Lola, saltó sobre ellos, le dio vuelta la cara de un cachetazo a su esposo, gritándole “cochino” y luego se separaron.
A pesar de ser la "escultora de la oligarquía", Argentina pasó una etapa de grandes cambios que la afectaron. Los políticos que la apoyaron fueron muriendo, como también la época en la que descolló había sido reemplazada por otra línea política y otros favoritos. Sus proyectos comenzaron a ser rechazados.
En 1923 llegaron a Rosario las piezas del "Monumento a la Bandera" y quedaron sin armar en la Plaza Gral. Belgrano. La Municipalidad de Rosario rescindió el contrato con Lola Mora y se desmembró el "Monumento", colocándose las distintas estatuas en diversos puntos de dicha ciudad.
Incansable, viendo apagarse su estrella como escultora, aprovechó sus conocimientos y se dedicó a indagaciones e inversiones en minería, con lo que en poco tiempo perdió todos sus bienes.
En Roma debió vender su palacio.
Un periodista conocido de entonces aseguró haberla visto una noche de lluvia mirando la fuente de las Nereidas. Según la crónica, estaba allí una viejecita mojada por el agua, apoyada sobre los bordes de la fuente, con un pañuelo en la mano.
Cuando le preguntó si necesitaba ayuda, Lola contestó: "estoy secando a mis hijitas".
Murió en el 7 de junio de 1936, a los 69 años.
En memoria de la genial escultora, el Congreso de la Nación Argentina ha instituido por ley 25.003/98, la fecha de su natalicio –17 de Noviembre–, en “Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas”.
Susana Espósito - 4540 caracteres – Sábado 07/06/25
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