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    Argentina, país generoso con nuestro dinero

    Es incomprensible que Argentina, aquel país que a fines del siglo XIX era próspero, crecía y era considerado el "granero del mundo", hoy esté atravesando una situación que es la antítesis de aquellos tiempos de bonanza.

    Argentina era el país más rico del mundo, en términos económicos, se ubicaba por encima de las que hoy son grandes potencias. En 1895 tenía un PBI per cápita de 5.786 dólares, seguido por Estados Unidos, Bélgica, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.

    Campamento piqueteroPero no duró demasiado tiempo. En el libro “Economics”, escrito por el Premio Nobel de Economía Paul Krugman junto con su esposa Robin Wells, en el capítulo de introducción a la macroeconomía, hacen una pequeña comparación entre la evolución de Canadá y Argentina. “Una historia de dos países” y demuestra que fueron muy dispares, de hecho, Canadá sigue siendo un país muy próspero y Argentina no. Hoy, Canadá se encuentra en mejor posición económica que Argentina. El PBI per cápita es casi el triple que el de nuestro país. En su libro, Krugman dice: “Después de la Segunda Guerra Mundial, la economía argentina tuvo un desempeño deficiente, principalmente debido a inestabilidad política y malas políticas macroeconómicas.”

    Un informe sobre los países más ricos del mundo, realizado por la revista económica Global Finance casi a fines de 2022, sorprendió tras ver que Argentina obtuvo el puesto 67 de los países de la región. Uruguay consiguió el puesto 66 y se posicionó como el primero de Latinoamérica.

    Como si fuese poco, hace dos días, se dio a conocer que la inflación de enero fue de 6%, tal como pronosticaba la mayoría de las consultoras privadas y según el Indec, el índice interanual acumula un 98,8%, lo que posiciona a la Argentina como uno de los países con mayor inflación en el mundo. Solo 4 países tienen más inflación que la Argentina: Venezuela (305,7%), Zimbabue (244%), Líbano (142%) y Sudán (102%) encabezan el ranking global.

    Pero además de las malas gestiones de los gobiernos de turno y la corrupción que, en menor o mayor medida, existió desde siempre, también se perdió la cultura del trabajo y se incentiva la vagancia, se deja de lado el mérito y la educación, que debería ser lo más importante en una sociedad, para saber conducir un país, hacerlo producir y favorecer su crecimiento.

    Todo eso se ha perdido y por eso cuando vemos a nuestros gobernantes pensando en sus propios intereses y desentendiéndose del pueblo al que representan, propiciando la desigualdad, más que tratando de extinguirla, es difícil tener la esperanza de volver a ser la Argentina de otros tiempos.

    Parte de los argentinos, los que trabajamos y solventamos los gastos del Estado, con impuestos asfixiantes, hemos perdido el respeto por un gobierno que permite que se coarte nuestra libertad de acción, debiendo manejarnos en una sociedad invadida por piquetes de gente que pide, pide y no da nada a cambio. A eso se suman temas muy graves, una justicia que se achica ante el avance de quienes quieren comprarla para obtener la impunidad tan deseada, de quienes soltaron presos y aumentaron la inseguridad, de los que quieren capacitarse y estudiar, pero los Baradeles de la vida se lo impiden, a puro paro y pedidos de paritarias y así, la paupérrima gobernabilidad nos afecta y entristece.

    La gente que paga los servicios, se ve afectada por cortes de luz, falta de agua y mientras tanto, las villas crecen, se cuelgan de la red eléctrica que no pagan y tienen luz. Los policías no liberan las calles y rutas cortadas, pero atacan a quienes hartos de tanta desidia, cortan un rato para reclamar que les den la luz, después de varios días de corte, con temperaturas altísimas y con gente muy mayor, enferma, que perdió su medicación por no poder conservarla en cadena de frío.

    Mientras tanto, la 9 de julio sigue ocupada por una cantidad de piqueteros que se instalaron con sus carpas para reclamar más planes, pero no hay un solo policía que intente desconcentrarlos. El periodismo habló con varios de los piqueteros y es inentendible que varios de ellos trabajan pero cobran planes, otros ni siquiera saben por qué están allí y otros dijeron haber llevado carpas, banderas y cacerolas en "remis". Demás está decir que la mayoría de los manifestantes, además de las carpas, tienen celulares y muchos usan prendas de vestir y zapatillas de marca.

    Por supuesto, no faltan personas de otras nacionalidades que aprovechan la ocasión para sumarse a los reclamos, algo que en sus países de origen no les permitirían a ellos y mucho menos a los extranjeros.

    La pregunta es: ¿hasta cuándo?, ¿cuánto más debemos soportar?

    Año electoral!!! Qué podemos esperar de quiénes se postulan para ocupar el sillón de Rivadavia si solo hacen promesas o dicen lo que saben que la gente quiere escuchar y luego no cumplen nada.


    Susana Espósito - Publicada el Jueves 16/02/23 - 4828 caracteres