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    El argentino que robó la Gioconda

    El 2 de mayo se cumplieron 501 años del fallecimiento del célebre arquitecto, ingeniero, escultor y pintor, Leonardo Da Vinci y nombrarlo siempre trae a nuestra memoria su obra más conocida a nivel mundial: La Gioconda.

    La GiocondaNo muchos saben que esta pintura, la obra más visitada en el Museo del Louvre en París, había sido robada de su lugar en el museo, el 22 de abril de 1911 (hace pocos días se cumplieron 109 años) y el autor intelectual del robo ha sido Eduardo Valfierno, un argentino conocido como Marqués de Valfierno. Sin embargo, no se puede afirmar si este hombre realmente existió o simplemente forma parte de uno de los tantos mitos de la Historia.

    Supuestamente, Valfierno era hijo de un rico terrateniente; en su juventud llevó un estilo de vida caracterizado por el lujo y el derroche, lo que lo llevó a despilfarrar la fortuna que heredó de su padre. Después de dilapidar su dinero, para continuar con su estilo de vida debió vender los objetos de arte y antigüedades que habían pertenecido a su familia, pero aun así no pudo evitar la bancarrota. Fue entonces cuando comenzó su vida delictiva: al descubrir que sus clientes estaban dispuestos a comprar obras de arte robadas, Valfierno pergeñó su plan para "robar" el cuadro más famoso del mundo, La Gioconda.

    La leyenda dice que en uno de sus regulares viajes a Francia, donde se hacía llamar Marqués, Valfierno, conoció a Yves Chaudron, un artista que se dedicaba principalmente a falsificar pinturas del Renacimiento. Ambos, en 1910 idearon una estafa basada en el famoso cuadro de La Gioconda.

    La estafa consistió en que Chaudron realizó seis copias de La Gioconda, de gran calidad (se dice que era un excelente falsificador) sobre madera de álamo original del siglo XVI, con óleos que hizo él mismo, utilizando los procedimientos y componentes habituales de la época. En el mismo lapso, Valfierno se dedicó a contactar con los futuros compradores, con quienes pactó la venta para hacerse efectiva cuando el robo se hubiese consumado. Obviamente, cada cliente creería estar adquiriendo el original, pero para ello se necesitaba que dicho original fuera robado. Para esto último, Valfierno se contactó con Vincenzo Peruggia, un carpintero italiano que trabajaba en el Museo del Louvre, a quien se le prometió una abultada suma de dinero y se le dijo que el cuadro sería robado para “ser devuelto a su patria”, en vez de dejarlo en Francia.

    Fue así que el 21 de agosto de 1911 a las 8 de la mañana, Peruggia descolgó el cuadro, aprovechando un descuido del guardia de seguridad, en el descanso de una escalera lo despojó de su marco ocultándolo debajo de su amplio guardapolvo y se retiró, dando por finalizada su jornada laboral. Como el museo acababa de inaugurar un estudio fotográfico, era frecuente que algunas piezas estuviesen temporalmente ausentes. Debido a ello, el robo no fue advertido hasta el día siguiente, cuando Louis Béroud, un copista de obras famosas, no encontró la famosa obra queriéndola copiar, y solicitó al guardia que le pidiera al departamento fotográfico que apresurara su labor con la pintura.

    Advertido el robo, el accionar fue inmediato. Todos los empleados fueron interrogados, incluyendo a Peruggia, pero ninguno resultó sospechoso. Las fronteras se cerraron y se registró a todo barco y tren que partía. Aunque, sin pistas sólidas, la investigación no prosperó y la prensa reflejó toda clase de especulaciones. El 7 de septiembre la policía arrestó al poeta Guillaume Apollinaire; por ser amigo de Gery Piéret, culpable de robar dos estatuillas del mismo museo. A su vez, Apollinaire implicó a Pablo Picasso, pero finalmente ambos fueron puestos en libertad.

    Dada a conocer la noticia del robo de La Gioconda, Valfierno pudo vender fácilmente las seis copias a diversos coleccionistas inescrupulosos, que le pagaron fortunas pensando que adquirían la famosa obra de arte robada. Peruggia conservó el cuadro por dos años, esperando en vano que se contactaran con él; pero Valfierno ya no lo necesitaba: había conseguido el dinero planeado. Por otro lado, el original era intensamente buscado por la Policía, por lo cual era muy peligroso tenerlo.

    El 22 de diciembre de 1913, Peruggia contactó con un coleccionista italiano de nombre Alfredo Geri, a quien le ofreció la pintura por medio millón de liras y la promesa de que el cuadro no retornaría nunca a Francia. La entrega se realizó en la vía Borgognissanti (Florencia), y mientras el especialista Giovanne Poggi certificaba su autenticidad, la policía arrestaba al ladrón. Vicenzo Peruggia fue juzgado en ese país y condenado a un año y quince meses de prisión, pero quedó en libertad luego de siete meses. Luego de esto, la obra realizó una gira de dos meses por diversos museos italianos, antes de retornar al Louvre. En el juicio, Vicenzo declaró haberlo hecho como un “acto patriótico” y nunca delató a ningún cómplice.

    Verdadero o no, es una interesante historia que vale la pena conocer.


    Susana Espósito - Publicada el Miércoles 06/05/20 - 4973 caracteres