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    Recuperación de dos Confiterías porteñas

    Buenos Aires cuenta con cafés y confiterías notables que forman parte de nuestro Patrimonio, son testimonio de un pasado que está siendo recuperado, para que disfruten quienes las conocen desde sus mejores tiempos y puedan conocerlas y aprender a valorarlas quienes las visiten por primera vez, cuando se reabran al público.

    Además de la Confitería del Molino, se está trabajando con gran entusiasmo en la restauración y puesta en valor en el bar La Giralda (año 1951) situada en avenida Corrientes 1453, que reabrirá a principios de 2020 y en la confitería La Ideal (año 1912), situada en la calle Suipacha al 384, que reabriría a fines de agosto de 2020. Ambos locales están siendo restaurados por el mismo estudio de arquitectos, que han recuperado el Petit Colón, el Bar Iberia y el Café La Paz.

    Los cafés notables conservan el encantador ritual de los porteños, que disfrutan un café al paso o para la charla entre amigos, lugar de cita para muchas parejas, tarde de amigas o simplemente refugio de muchos solitarios que se sientan a leer el diario, trabajar, estudiar y por qué no, escribir, crear un libro, un libreto de alguna obra teatral o una poesía inspirada en lo que ven a través de la ventana del café.

    Confiteria La Ideal

    El equipo del estudio Pereiro, Cerrotti & Asociados tomó el proyecto en la confitería Ideal (del año 1912), sabiendo que sería un trabajo enorme, según cuenta el arquitecto, Adrián Brudner: “Todo estaba oscurecido por el paso del tiempo y el humo. Las columnas y la boiserie estaban completamente negras. Los perfiles de los pisos, carcomidos. Para hacer espacio a la milonga, habían cerrado la apertura del techo de planta baja, que permitía que pasara la luz natural que entraba por la cúpula”. Debieron reforzar estructuras, rehacer pisos y baños, cambiar la cabina del ascensor, aplicar estuco en paredes y techos, instalar equipos de aire acondicionado, dorar a la hoja y restaurar arañas, madera y vitral. Muchas de esas tareas aún están en proceso.

    Una de las más complicadas fue reabrir el hueco central entre la planta baja y la alta, que, suponen los arquitectos, “fue cerrado en los setenta para hacer pista de baile en el primer piso. Le pondremos una baranda vidriada, de poco menos de dos metros de alto”. Sobre esa claraboya colocaron un techo de vidrio de control solar, para que pase la luz pero no el calor.

    La barra de la planta baja se adelantó un metro y se sumaron entrepisos en la parte trasera para dar espacio al nuevo equipamiento de producción. De los 2.000 metros cuadrados que ocupa la confitería, la mitad serán para servicios: mucho de lo que se servirá en las mesas se elaborará allí mismo. Al área para hornos a gas y eléctricos se están sumando entonces salas para pastelería y repostería, e incluso para cocinar al vacío. Los clientes podrán elegir entre un área de cafetería al paso y otra más señorial.

    Un equipo a cargo de Paula Farina Ruiz se ocupa de los vitrales y ventanas semicirculares que dan al frente, el exhibidor conocido como "bombonero". Los trabajos son realizados por el mismo equipo que restaura los vitrales de la Confitería del Molino y Las Violetas.

    El arquitecto Pereiro cuenta que debieron “retirar más de diez capas de pintura y tirar la capa de hongos y bacteria que había dejado a la fachada casi negra, para pulir la piedra París y que ese revoque aparezca en todo su esplendor, con las tonalidades originales. Queremos que quede como en 1912”.

    La giraldaLa Giralda también requirió complejas tareas de recuperación, ya que el local estaba muy abandonado. Ahora, es administrado por Gabriel García y Nicolás Marques, que enfrentan este gran desafío para recuperarlo. Ambos firmaron el contrato de alquiler en abril, comenzaron la obra en agosto y ahora esperan abrir para enero o febrero del año que viene.

    Habrá que construir de cero: pisos de mármol y granito, barra de madera con pasamanos de bronce y un gran vitral iluminado por detrás con el motivo de “La Giralda”, que “recordará a los clientes el cuadro antiguo que estuvo colgado allí durante años”, detalla el arquitecto Gustavo Cerrotti. Se colocarán artefactos de iluminación que recuerden a los primeros tiempos del local y se reconstruirá una vitrina lateral para pequeñas botellas, que siempre fueron un clásico de la decoración de esta cafetería. Las mesas seguirán teniendo las recordadas tapas de mármol blanco, y habrá un separador entre ellas con detalles en bronce para ordenar el salón.

    Se restaurarán y mantendrán la fachada con sus vitrinas y su carpintería de roble, el cielorraso de yeso con moldura escalonada, la media boiserie y los espejos con grabados al ácido -una técnica extinguida hace décadas-, que se van a replatear.

    Los nuevos administradores de la Giralda adelantaron que conservarán la marca registrada y cuando reabran, volverán a servir el tradicional chocolate con churros y otras infusiones y dulzuras, pero además habrá platos elaborados para almuerzos y cenas, aggiornándose a los tiempos que corren.


    Susana Espósito - Publicada el Viernes 01/11/19 - 5001 caracteres