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    ¿Cuál será el destino del Luna Park?

    Hace varios días que se escuchan rumores acerca de la venta del Luna Park a un inversor que desea comprarlo para construir allí, un edificio de oficinas y son muchos los que están preocupados, ante la posible pérdida del Palacio de los deportes, un edificio de gran valor histórico, en el que ocurrieron varios sucesos importantes de nuestra Historia.

    Luna ParkEn el año 2007, el Luna Park fue declarado monumento histórico nacional y eso pone a resguardo su futura venta ya que, cualquier resolución debe ser autorizada por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, que depende de la Secretaría de Cultura de la Nación, pero, como siempre puede existir algún hueco legal que permitiese concretar la operación, existe preocupación por el tema.

    No muchos estaban enterados que la Iglesia es la dueña del Estadio. Al enterarse de la situación, el Papa Francisco le solicitó a la cúpula del arzobispado porteño “la prohibición de cualquier tipo de negociación” por el Luna Park. A su vez, incluso el cardenal Poli afirmó que la venta “no es posible”.

    La historia del Luna Park se inicia por iniciativa de sus fundadores, Ismael Pace y José Lectoure en 1931, para crear en Buenos Aires un estadio cubierto donde se realizarían actividades deportivas y artísticas.

    Fue proyectado por el arquitecto, de origen húngaro, Jorge Kálnay. El estadio ha sido testigo de varios e importantes acontecimientos en el siglo XX, entre ellos, actos religiosos, políticos, artísticos, deportivos y sociales (como el velatorio de Carlos Gardel o la fiesta de casamiento de Diego Armando Maradona). Se encuentra ubicado en la manzana delimitada por las calles Bouchard, Lavalle y las avenidas Eduardo Madero y la tradicional Corrientes en el barrio de San Nicolás.

    En 1980 recibió una Mención Especial de los Premios Konex por su importante contribución al deporte argentino. En febrero de 2007, a través del decreto 123/07 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

    Uno de sus fundadores, José "Pepe" Lectoure, conoció a quien sería su mujer, Ernestina, el día en que se velaba a Carlos Gardel. Pepe había ido a tomar un café a un bolichito aledaño al Luna Park, que era atendido por un matrimonio italiano. Fue donde se encontraba Ernestina, hija de esa pareja, que cautivó a Lectoure, con su belleza y al poco tiempo, pidió su mano para casarse.

    En 1950, Pepe muere y a los seis meses también murió su socio, Ismael Pace. Ambas viudas (Ernestina y Sofía) quedaron como herederas y dueñas del Luna Park, pero el control de los espectáculos pugilísticos los sostuvo Sofía, con Lázaro Koczi como matchmaker. La proximidad de Pace con Perón, y el manejo de las estrellas del boxeo, le otorgaron a Sofía un rol más determinante que el de Ernestina.

    Un sobrino de Ernestina, Juan Carlos "Tito" Lectoure, hijo de Juan Bautista, hermano del fallecido Pepe, logró ingresar al Luna como empleado tras la muerte de Ismael Pace. Su primer día de trabajo fue el 14 de Septiembre de 1956. Fecha premonitoria, Día del Boxeador en la Argentina, como homenaje a la pelea en la cual Firpo tiró a Dempsey desde el ring en el Polo Ground en 1923.

    Al principio parecía tímido y desconfiado. Fue boletero, portero, aprendió mantenimiento, manejo del personal y administración. Después de conocer a fondo el Luna, su tía Ernestina, quien había revertido el control societario comprándole una parte a Sofía, lo puso como matchmaker, debido a que Juan Manuel Morales, quien lo ejercía, debía operarse de un tumor cerebral.

    Tito consiguió un rápido apoyo de la mayoría, siendo el promotor más joven del mundo. Tenía 22 años, escuchaba y se dejaba ayudar por los veteranos, hasta formalizar cada una de las estelares carteleras de cada miércoles o cada sábado del Luna Park, siempre contando con la aprobación de su tía Ernestina, con la que tiempo después comenzaría un romance, que mantuvieron bien escondido. Ella tenía un poco menos de 40 y él un poco más de 22. Ernestina jamás dio un reportaje y trataba de no ser vista.

    Ernestina y Tito se veían todos los días en el Luna Park. Él llegaba en taxi bien temprano en la mañana y Ernestina en su Mercedes Benz, alrededor de las 14 horas. Y también los domingos. En estos encuentros de los domingos nadie perturbaba y no había que darle explicaciones a nadie, aunque se dice que la familia sospechaba y callaba. Compartieron muy pocas cosas, públicamente y nunca tomaron vacaciones juntos.

    La salud de Tito comenzó a deteriorarse a mitad de los '90 y esa fue la razón, aceptada por la familia, para que vivieran juntos, acompañándose en la decrepitud, hasta que él muere el 1° de marzo de 2002.

    Ernestina vivió en ese departamento en Avenida Del Libertador y Ruggieri, lo más cotizado de Palermo, postrada en silla de ruedas, con Alzheimer, hasta el 9 de Febrero de 2013, cuando falleció a los 95 años. Había legado en su testamento el 95% de las acciones a Cáritas Argentina y a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco. Pocos meses después de su muerte, el Arzobispado de Buenos Aires adquirió el 5% restante, que estaba en manos de la familia de Juan Carlos “Tito” Lectoure, representado por su sobrino Esteban Livera.


    Susana Espósito - Publicada el Martes 05/09/17 - 5175 caracteres