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  • Equinoterapia, una opción sanadora

    Los primeros caballos que ingresaron a Buenos Aires fueron traídos en la expedición de Pedro de Mendoza, en 1536. Cuando lo que pretendió ser la Fundación de Buenos Aires no prosperó y debió abandonar nuestra ciudad, quedaron varios de esos caballos, que se reprodujeron prodigiosamente. Años después, al llegar Juan de Garay, en 1580 al Río de la Plata y para concretar la segunda fundación, consideró a las caballadas como “fantásticas”, abundantes y de excelente calidad.

    Los caballos fueron el principal medio de subsistencia y un símbolo de prestigio. Fueron fieles compañeros del gaucho y además de ser utilizados para trasladarse, posteriormente también contribuían a las tareas del campo y medios de transporte, tracción a sangre que con el tiempo sería prohibida. Participaron en las Guerras por la Independencia y con el correr del tiempo serían los protagonistas del turf, también del deporte nacional que es el pato. Más cercano en el tiempo surgieron los caballos de polo y ahora, desde hace tiempo, cumplen una gran función terapeutica: la equinoterapia.

    En tiempos ancestrales, cuando una persona perdía un ser querido, los celtas acostumbraban a regalar un caballo, porque consideraban que ayudaba a sanar la ausencia e incluso llegaron a creer que los caballos eran mensajeros entre los dos mundos, por lo que muchos pueblos les otorgaba estatus de divinidad.

    En la actualidad, está comprobado que los caballos cumplen una función importante en la rehabilitación de diferentes enfermedades que involucran discapacidad física y psíquica.

    Los caballos se comportan socialmente en forma noble, equilibrada. Sólo les preocupa el bienestar y la supervivencia de su especie.

    Nuestro país ha sido un precursor en la aplicación de equinoterapia.

    A las escuelas de equinoterapia se acercan todo tipo de pacientes: con trastornos graves en su gran mayoría, pero en los últimos años también se han sumado pacientes que habían sufrido ACV, depresión, estrés, alumnos que al contactarse con el caballo descubren el poder sanador de este animal maravilloso.

    El caballo transmite emociones y es interesante remarcar que, tanto en la Argentina como en el mundo han sido las mujeres las precursoras de la equinoterapia.

    Hay más de 100 centros que practican la equinoterapia en todo el país. Esta nueva modalidad terapéutica comenzó a implementarse en enfermedades ligadas a trastornos motores y neurológicos graves, así como ha tenido excelentes resultados en enfermedades como el autismo.

    Quienes recurren a este tipo de terapia desarrollan una relación emocional con el caballo que les permite movilizar todo aquello que los angustia, los paraliza o los atemoriza. Eso los hace curarse desde lo sensorial y no desde lo verbal.

    Las sesiones duran entre 30 y 45 minutos, y lo ideal es que sean semanales.

    Los caballos con los que se trabaja en equinoterapia son de raza criolla o mestizos, no tienen más de 1,60 m de altura, y tienen entre 8 y 15 años. Deben ser domados en forma natural, sin sometimiento, lo cual da una total seguridad para trabajar y confiar en ellos. De acuerdo con la patología y contextura física de la persona que realiza la actividad, se evaluará qué caballo es el adecuado. En todos los casos deben ser animales que previamente han sido evaluados en su doma por los equinoterapeutas y entrenados para tal fin. No deben ser asustadizos y deben estar familiarizados con todo el material didáctico que se utiliza en pista: aros, pelotas, bastones, burbujeros, música, maracas, peluches, entre otros. Es un trabajo que requiere de un cierto tiempo dependiendo de cada animal para tener la confianza y certeza de que no se produzcan accidentes.

    Las sesiones duran entre 30 y 45 minutos, y lo ideal es que sean semanales. Uno de los métodos más conocidos mundialmente es el de Eagala (Equine Assited Growth and Learning Association), que está siendo aplicado a nivel social con veteranos de guerra, víctimas de violencia de género, maltrato infantil, desórdenes alimentarios y adictos a todo tipo de sustancias.

    La Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Personas Discapacitadas (Aaaepad) sostiene que "La equinoterapia es equitación, adaptada a cada persona que padece algo. La equitación es un deporte que los hace sentir que avanzan, que pueden hacer cosas cada vez más complicadas, trotar-galopar-saltar vallas, ir subiendo las mismas y que el salto sea cada vez más alto, no solo entusiasma y produce placer, sobre todas las cosas, aumenta la autoestima y posiblemente eso haga que se vaya recuperando lentamente de su enfermedad.


    Susana Espósito - Publicada el sábado 30/05/11 - 4587 caracteres