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  • Protección para los adoquines de la ciudad

    El jueves 28 de noviembre, en la Legislatura porteña se aprobó una ley que declara a los adoquines de la ciudad como parte del Patrimonio cultural, disponiendo su protección y mantenimiento en todas las vías de circulación terciarias, adyacentes o circundantes a monumentos históricos.

    La ley contó con la aprobación por 55 votos positivos contra uno negativo y además, faculta a las juntas comunales y a la Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la ciudad de Buenos Aires a confeccionar un catálogo definitivo sobre el alcance de la medida.

    La iniciativa comprende las calles actualmente construidas con adoquinado granítico y también resguarda con destino específico a unos 50 millones de piezas recolectadas por el Poder Ejecutivo, con el propósito de "evitar su pérdida o venta".

    En la ciudad solo se conserva un 22 % de calles adoquinadas, el 63% tienen capa asfáltica y el 15% restante son de hormigón.

    Un poco de historia: Ya en 1769, el Cabildo había dispuesto traer piedra de la Isla Martín García para las calzadas y posteriormente el virrey Arredondo (1789-1795) quien desarrolló grandes obras de empedrado irregular. En 1800, Buenos Aires presentaba gran parte de sus calles principales empedradas con piedras partidas.

    En 1801 se inauguró una plaza de toros en el lugar que actualmente ocupa la Plaza San Martín y por ello, se empedró la calle San José (hoy Florida), por la que los toreros y el público llegaban al lugar y que a partir de entonces se la nombraba como la calle del empedrado.

    En 1868 el Congreso propuso la “construcción de las obras de adoquinado y se establecía que “los paralelepípedos [la forma del cubo rectangular que tiene un adoquín] que hayan de adoptarse para dicho adoquinado serán de piedra sólida y compacta, midiendo cada uno de ocho a nueve pulgadas de largo, sobre tres a cinco pulgadas de ancho y cinco de profundidad”.

    También especificaba que “el lecho sobre el cual reposarán los adoquines sería de tierra o de cascajo, según lo requiriera el terreno; cubierto de arena, consolidando los paralelepípedos con arena y cal líquida”.

    Lo cierto es que el adoquín, es otro símbolo de porteñidad y más allá del carácter pintoresco y la calidez que le aporta al paisaje urbano, el adoquinado tiene varios beneficios:

    - Cuando está colocado según la técnica tradicional, sobre una cama de arena, facilita el drenado del agua de lluvia, evitando anegamientos.

    – Por su composición, el granito tiene la característica de absorber menos el calor que el asfalto y también se refrigera más rápidamente, ayudando a que la ciudad sea menos calurosa en verano.

    – Inhibe naturalmente el tránsito de altas velocidades.

    – El bajo costo de los materiales, su fácil reparación y reposición, más su alta durabilidad, lo hacen económicamente muy conveniente.

    – Por supuesto, no es recomendado para avenidas o vías rápidas, pero en las calles interiores, por las características antes mencionadas, el adoquinado no solo embellece sino que además beneficia a la ciudad, ayudando así a hacer mejor nuestra calidad de vida.


    Susana Espósito - Publicada el 01/12/13 - 3097 caracteres